Murcia: la defensa del descanso no es un funeral, es un acto de justicia

Murcia: la defensa del descanso no es un funeral, es un acto de justicia

En los últimos días, la ciudad de Murcia ha sido escenario de una peculiar representación. La patronal hostelera HoyTú ha organizado una serie de performances que escenifican la “muerte del ocio nocturno”: féretros, actores disfrazados de la parca, velatorios simbólicos y una “procesión de los pijamas”. Todo ello en protesta por una ordenanza municipal que impide abrir nuevos locales de ocio nocturno en calles de menos de siete metros de ancho. Aseguran que la norma “asfixia” al sector.

Pero conviene preguntarse: ¿quién lleva años siendo realmente asfixiado en esta ciudad?

El derecho al descanso, un bien básico olvidado

Más allá de los eslóganes dramáticos y las imágenes diseñadas para llamar la atención mediática, hay una verdad menos teatral pero mucho más urgente: miles de vecinos de Murcia han visto vulnerado durante años su derecho al descanso, a la salud y a la tranquilidad.

Y es precisamente en defensa de estos derechos —no del espectáculo, no del negocio— que se promulgó la conocida como “ordenanza de los siete metros”.

Esta normativa, vigente desde 2014 y respaldada por los tribunales, no es una excentricidad legal. Es una herramienta de protección. Establece distancias mínimas entre locales, limita horarios y regula el uso de música en zonas especialmente sensibles al ruido. No prohíbe el ocio, lo ordena con sensatez.

¿Y los vecinos?

La patronal hostelera habla de pérdidas económicas. Pero, ¿qué hay de los mayores, de los niños, de las personas con enfermedades crónicas que no pueden descansar? ¿Qué hay de las familias que se han visto obligadas a mudarse por la insostenible contaminación acústica?

La Organización Mundial de la Salud ha sido clara: el ruido nocturno tiene consecuencias graves para la salud física y mental.

Resulta inadmisible que se acuse de “represiva” a una normativa que simplemente garantiza que quienes viven en el centro de Murcia puedan dormir en paz. Las calles residenciales no son zonas de fiesta permanente.

Ruido, basura y peleas: el otro rostro del ocio

A menudo se habla del ocio nocturno como dinamizador económico, pero rara vez se menciona su impacto colateral cuando se concentra en el corazón urbano sin control: basura acumulada, peleas a la salida de los locales, urinarios improvisados en portales, restos de botellón, gritos hasta altas horas de la madrugada.

El centro de Murcia se ha convertido, de un tiempo a esta parte, en un lugar hostil para la convivencia vecinal. Y no se trata de una anécdota: lo dicen las estadísticas de llamadas por quejas vecinales, lo cuentan los informes de la Policía Local, lo viven los residentes que, cada mañana, ven sus calles convertidas en escenarios de incivismo.

No hay higiene pública que aguante una actividad festiva nocturna tan intensa. La limpieza viaria no puede competir con la falta de civismo que se extiende cuando los bares cierran y los efectos del alcohol inundan las calles. Y la seguridad, por supuesto, también se resiente. No es extraño que en muchas zonas del centro se haya extendido el miedo a volver a casa caminando por ciertos recorridos tras la medianoche.

Una ciudad que se respeta a sí misma

El Ayuntamiento de Murcia ha defendido con firmeza esta normativa, recordando que se trata de un equilibrio entre el ocio y el descanso. Porque convivir no significa que unos vivan mientras otros padecen.

Desde esta plataforma vecinal, celebramos que por fin se priorice el bienestar de los residentes. Murcia no está matando la noche. Murcia está intentando ponerle límites sensatos. Y eso es un paso hacia una ciudad más justa, más humana, más vivible.

Un ocio más responsable es posible

El verdadero enemigo del sector no es la norma, sino su resistencia a evolucionar. Un ocio nocturno compatible con el descanso no solo es posible, sino necesario. Pero requiere responsabilidad, inversión en aislamiento acústico, horarios razonables, vigilancia real y, sobre todo, respeto.

El derecho al ocio termina donde comienza el derecho a la salud. Y en esa frontera, este Ayuntamiento ha decidido ponerse, por fin, del lado correcto.

Murcia debe elegir: ciudad para vivir o parque temático nocturno

Murcia no puede seguir actuando como si el centro histórico fuera un recinto ferial permanente. Las ciudades que apuestan por el bienestar, por la habitabilidad, por atraer familias, inversión de calidad y turismo sostenible, son las que protegen a sus barrios del deterioro ambiental y social.

Es hora de abandonar esa visión cortoplacista que confunde diversión con desorden. No necesitamos más barras de bar, necesitamos más respeto. Y eso empieza por aplicar y defender normativas como la de los siete metros. Porque vivir con ruido no es vivir. Es sobrevivir.